Thursday, July 30, 2020

NOTGELD DE PRISIONEROS

El dinero de emergencia, uno de los temas que más nutren este blog, se produce normalmente en situaciones excepcionales o de conflicto, y, de acuerdo con la inexorable Ley de Gresham (que muy básicamente explicada viene a decir que el dinero "feo" desplaza de la circulación al "bonito"), llega a todos los rincones de las sociedades que se ven obligadas, por la vía de los hechos consumados o por imperativo legal, a utilizarlo. Por lo tanto no es de extrañar que llegue también a uno de los ámbitos más visibles y muchas veces estremecedores de las guerras como son los campos de prisioneros. Estos lugares, en los que se concentran personas por lo general al servicio de un ejército enemigo capturadas en tiempos de guerra, se multiplicaron durante la Segunda Guerra Mundial pero no eran ni mucho menos una novedad. El efecto cada vez más devastador de las guerras durante el siglo XIX se tradujo en un aumento de víctimas colaterales, especialmente la población civil, pero también un número significativo de combatientes heridos o capturados. Dentro de la búsqueda de un comportamiento civilizado durante los conflictos bélicos las sucesivas convenciones de La Haya y Ginebra establecieron entre otras cuestiones cuál debía ser el trato que debían recibir los prisioneros de guerra capturados por el enemigo. Debía ser siempre un trato digno, en el que los internos recibieran en todo momento el alimento, vestimenta o atención sanitaria necesarias y estuvieran protegidos de cualquier comportamiento degradante, tortura o trabajos forzados peligrosos para su vida o integridad física.

Dinero alemán de campo de prisioneros de 1917 correspondiente a
Oberhausen (German Gems: the Encyclopedia of German notgeld

No obstante, en ningún caso se impedía que los prisioneros pudieran mantenerse ocupados durante el tiempo de su cautiverio. De hecho, uno de los aspectos que tratan estas convenciones es el del derecho a recibir una remuneración por su trabajo. Los campos de prisioneros pueden alcanzar en muchos casos unas dimensiones considerables, llegando a convertirse en pequeñas ciudades cuyos habitantes requieren de una serie de bienes y servicios básicos: alimentación, ropa, artículos de limpieza e higiene, medicinas, reparaciones y mantenimiento...son unos pocos ejemplos que implican una serie de actividades en las que los prisioneros de guerra, además de consumidores, pueden convertirse en agentes activos, contribuyendo con su trabajo o habilidades. Una cantina o una enfermería, además de ser útiles a los internos podían dar trabajo a muchos de ellos. 

No tendría mucho sentido poner en circulación dinero oficial en un contexto como este, ya que no podía contemplarse que los prisioneros lo utilizaran fuera de los límites del campo. De esta manera, con el fin de organizar mejor el funcionamiento de los campos de prisioneros, las propias autoridades militares se encargaron en muchos casos de autorizar la emisión de dinero de emergencia para que circulara exclusivamente en ellos. Se trataría por lo general de cupones de baja calidad, con un diseño simple y una impresión pobre, algo que en estas circunstancias no podía preocupar menos a sus usuarios. 

Los campos de prisioneros (aquellos compuestos en su mayor parte por combatientes, no entramos hoy en otro tipo de instalaciones mucho más siniestras) se multiplicaron durante la Segunda Guerra Mundial, durante la cual estuvieron presentes en todos los continentes llegando a formar parte de la cultura popular gracias a la literatura, el cine (quién no recuerda clásicos como La Gran Evasión o El Imperio del Sol) y la televisión.  Dos décadas antes tuvo lugar otro conflicto internacional en el que el estancamiento de los bandos beligerantes provocó entre otras cosas una masificación de prisioneros de guerra, que tuvieron que ser internados tanto en territorios de los imperios centrales como en los controlados por los aliados. El billete de hoy hace referencia a uno de estos campos de prisioneros situado en Avignon (Francia), pero al analizarlo se pueden ver una una serie de características que no encajan con lo que corresponde al dinero emitido en ellos. 

Anverso del notgeld de 1921 de la Comunidad de Prisioneros de Avignon
(Gefangenen Gemeinde)

Lo primero, es su elaborado diseño. Como comento más arriba, el dinero de los campos de prisioneros no tiene apenas decoración, consistiendo en muchos casos en simples cupones con una impresión deficiente. En este podemos ver dos escenas en el anverso: a la izquierda una imagen del interior del campo y a la derecha otra un tanto melancólica de una mujer en su casa con dos niños pequeños, sin duda familiares de un prisionero de guerra. Para rematar, el reverso muestra un poema del escritor nacionalista Rudolf Herzog, al que aludiremos más adelante. 

Segundo, no es habitual que el dinero de un campo de prisioneros se denomine "notgeld" (dinero de emergencia), ni que esté íntegramente en alemán si se ha emitido en un campo de prisioneros en Francia. El término que aparece impreso en los billetes de prisioneros de guerra es "gefangenenlager", es decir, "campo de prisioneros". Además, su valor está expresado en marcos y francos (5 y 50 cts. respectivamente) algo que no tiene mucho sentido. Lo lógico es que, al tratarse de un campo situado en una localidad francesa, fuera un vale expresado en francos y en lengua francesa. 

La fecha tampoco parece encajar. Parece ser de finales de 1921, exactamente tres años después del fin de la contienda, haciendo una referencia expresa a la Navidad de ese año (Weihnacht 1921). Esto sí podría tener cierta lógica, ya que parece ser que el campo de prisioneros de Avignon en el sureste de Francia sí retuvo alemanes hasta esas fechas. Aunque el Tratado de Versalles, que entraba en vigor en Enero de 1920, obligaba a la devolución de los prisioneros de guerra a sus respectivos países, permitía ciertas reservas a los vencedores. Estas reservas se reflejaban en el artículo 219, que estipulaba que aquellos prisioneros de guerra y civiles internos en espera de condena o cumpliendo condena por delitos distintos de los que atentaran contra la disciplina podían ser detenidos por periodos más largos. 

Reverso con el poema de Rudolf Herzog y las firmas de los presos

El contenido del billete es además una arenga patriótica en si mismo, algo que ningún campo de prisioneros (más aún el de un país vencedor) aceptaría. En la parte de arriba del anverso se lee "redención: el día de la libertad" y el reverso reproduce el poema al que antes aludía, que, gracias al traductor de Google (con las limitaciones propias de este tipo de herramientas, pero tremendamente útil para los que desconocemos totalmente el idioma) dice algo así como


Le da a una madre su precio de vida 
Alemania, Alemania
que ella conoce a los niños en esclavitud oh, madre alemania
y buscas honor en la tormenta de la libertad
con los niños que miran en la torre de la prisión
allí ella yace encadenada en vergüenza en gris
llama a tu libertad primero
y aparta a tus hijos
de lo profundo a lo ancho

Una estrofa que es completada con la firma del autor (Rudolf Herzog, que por lo visto años después destacó por sus simpatías indisimuladas hacia el nacionalsocialismo) y la de los que aún permanecían prisioneros en Avignon. 

Pues bien, todo indica que este billete no fue realmente dinero gefangenenlager sino el resultado de una iniciativa privada de la comunidad de Neuhaus en Westfalia que reclamaba la inmediata repatriación de los prisioneros que aún permanecían en Francia. El estado de estos internos preocupaba no solo a sus familias, sino también a la opinión pública y a los representantes políticos, que consideraban su situación como una humillación añadida a las que Versalles ya había infligido a los alemanes. Aprovechando la popularidad de los notgeld a principios de la década de 1920, que muchas veces servían más como artículo de coleccionismo que como dinero de emergencia, este billete trataba de sensibilizar acerca de la situación de los presos. No me ha quedado claro, tras acceder a la historia más detallada que he podido encontrar acerca de este billete (https://www.geldscheine-online.com/post/die-kriegsgefangenen-von-avignon) si se trató de una iniciativa de los propios reclusos, de un intento de captar fondos, de un artículo dirigido a coleccionistas o simplemente de una estafa. Si alguien conoce el idioma alemán y tiene un momento para leer la historia completa, agradecería de veras un poco de ayuda. 

Sea como fuere, no deja de ser, como todo el dinero notgeld, una pequeña pieza de historia. En este caso, de un hecho que suele pasar desapercibido en los libros de historia. Al fin y al cabo, cuando estudiábamos el Tratado de Versalles, ¿qué espacio dedicábamos a los prisioneros de guerra? 


German Gems - The Ecyclopedia of German Notgeld, by Anthony John Gibbs-Murray, copyright 2014 www.notgeld.com
https://en.wikipedia.org/wiki/Geneva_Conventions
https://www.pmgnotes.com/news/article/2895/POW-Camp-Money/
https://www.mintageworld.com/blog/war-camp-money-pow-camps/
https://www.geldscheine-online.com/post/die-kriegsgefangenen-von-avignon

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Wednesday, July 29, 2020

Microbiota/Microbioma: Un Poco De Sana Autocrítica


Todo está relacionado con la microbiota y todo influye en ella

Hace unas semanas publiqué una entrada en el blog sobre un artículo que describía el efecto que tienen las comidas de Navidad con la familia política en la composición de la microbiota intestinal. En este trabajo concluían que, aunque son necesarios más estudios aleatorios antes de reconocer a los cuñados como un potencial factor de riesgo para la salud mental (je, je), los participantes que habían visitado a sus cuñados tenían cambios significativos en la diversidad de su microbiota fecal. En concreto, el contacto con los cuñados provocaba una disminución significativa en las especies de Ruminococcus, género bacteriano que se sabe que está asociado al estrés psicológico y a la depresión.



El artículo en cuestión se había publicado en una revista "seria", el Human Microbiome Journal, y es digno merecedor de los próximos premios Ig Nobel. Medio en serio medio en broma, es una crítica velada a muchos de los trabajos sobre microbiota.

Soy un entusiasta de la microbiota (prueba de ello es uno de mis últimos libros "Microbiota: los microbios de tu organismo"). El estudio de los microorganismos que forman un complejo ecosistema con nuestro organismo es uno de los temas más fascinantes de la microbiología y de la medicina actual. Estoy convencido que en un futuro próximo el análisis del microbioma humano se incorporará a los protocolos de medicina personalizada de precisión. Una medicina a la carta que propondrá un tratamiento personalizado teniendo en cuenta los millones de datos no solo del genoma, del metabolismo y del sistema inmune del paciente, sino también del microbioma. Se estudiará la composición de la microbiota y su función, se identificarán los microorganismos oportunistas potencialmente patógenos, sus posibles deficiencias y cómo los microbios pueden afectar al tratamiento. Con todos esos datos, se podrá estudiar la susceptibilidad genética a padecer una enfermedad, se podrá predecir la respuesta a un tratamiento y posibles reacciones adversas, incluso recomendar un cóctel de microbios concreto, una nutrición o probióticos personalizados o un autotransplante de microbiota intestinal, por ejemplo.


Pero para ello, necesitamos conocer mejor la composición e interacciones de nuestra microbiota, descubrir los mecanismo bioquímicos y moleculares que relacionan la microbiota con la enfermedad, y desarrollar tratamientos personalizados de modulación o modificación de la microbiota. El objetivo en el futuro es desarrollar medidas preventivas, diagnosticas y terapéuticas personalizadas basadas en nuestra microbiota.

En los últimos diez años el crecimiento de las publicaciones relacionadas con este tema se han multiplicado exponencialmente: si en el año 2006 no llegaban a cien, hoy son varios miles de artículos cada año. Por supuesto, esto no quiere decir que todas esas publicaciones sean de calidad, pero es una demostración de que el estudio de la microbiota es un tema candente, de rabiosa actualidad y de gran interés para la comunidad científica. Da la impresión de que todo está relacionado con la microbiota: nutrición, metabolismo, obesidad, diabetes, reacciones alérgicas, enfermedades autoinmunes, inflamación, enfermedades cutáneas, estrés, depresión, Parkinson, Alzheimer, autismo, cáncer, … Y de que todo influye en nuestra microbiota: edad, dieta, sexo, genética, estado de salud, geografía, clima, ejercicio, compañía, medicamentos, hábitos, …

Entender cómo el complejo mundo microbiano que nos habita influye en muchas enfermedades nos puede ayudar a la prevención, diagnóstico, tratamiento en incluso curación de muchas de ellas. Pero este entusiasmo de la comunidad científica va acompañado de un cierto sensacionalismo en los medios. Los estudios sobre la microbiota han sido protagonistas de la portada de numerosas publicaciones –incluso revistas "del corazón"- programas de radio y de televisión. Dejarnos llevar por la frivolidad es muy peligroso, porque puede dar la falsa idea de que con el trasplante fecal, por ejemplo, podemos ya curar un sinfín de enfermedades y dolencias. Además, el exceso de entusiasmo y la exageración de los resultados es abonar el campo para que los charlatanes, homeópatas, curanderos y pseudocientíficos proliferen y hagan su negocio. Por eso es bueno un poco de sana autocrítica que nos ayude a interpretar las investigaciones sobre nuestros colonos microscópicos.


Empresas que analizan tu microbiota

Hace unos meses me consultó vía correo electrónico una madre con el caso de su hijo, un niño de 3 años y medio, con problemas de salud desde que nació. Desesperados sin saber qué más hacer para curar a su hijo, encargaron un análisis de microbiota a una empresa de Málaga que se dedica a ello. Tuvieron que enviar dos muestras de heces del niño. El análisis costaba 600 euros. Al cabo de un tiempo recibieron un detallado informe de 10 folios con el "Estudio metagenómico clínico de microbiota intestinal". En el informe se concluía, entre otros datos, que el paciente sufría una clara disbiosis intestinal, con un número elevado de especies bacterianas, alta proporción de Bacteroidetes y baja de Firmicutes, y un bajo porcentaje de microbiota productora de butirato, inmunomoduladora y proteolítica.


Muy bien, ¿y ahora qué? ¿es suficiente un par de muestras de una persona en un momento concreto para definir la microbiota? ¿frente a qué valores de referencia se compara? ¿cuáles son los valores "normales" de microbiota de un niño de 3 años y medio? ¿son estables en el tiempo esos datos de microbiota intestinal? ¿cómo corregimos esa disbiosis intestinal? ¿con probióticos, cuyo prospecto dice "producto que no tienen intención de diagnosticar, tratar, curar o prevenir ninguna enfermedad? ¿qué solución le damos?

Problemas concretos en los estudios sobre microbiota

Muchos de los estudios científicos en los que describen los microbios que están en nuestro cuerpo se basan en los datos que se obtienen de secuenciar todo el ADN presente en la muestra. La identificación de una especie microbiana concreta se hace por comparación de secuencias con las bases de datos. De forma arbitraria se suele asignar a una misma especie si las secuencias se parecen en un 97 %. Pero esta asignación es meramente arbitraria. De hecho, el mismo concepto de «especie bacteriana» es un tema discutido entre los microbiólogos: dentro de una misma especie pueden existir cepas distintas con grandes diferencias genéticas y metabólicas. Estas diferencias son incluyo mucho mayores en el caso de los virus. Por eso, al analizar la diversidad en una comunidad microbiana tan compleja como nuestro propio cuerpo se suele emplear el término de unidad taxonómica operacional —OTU, del inglés operational taxonomic unit—. Aunque esto permite analizar una comunidad compuesta por microorganismos incluso no cultivables, dificulta la comparación de estudios distintos.

Los genomas están plagados de genes o proteínas hipotéticas para las que no hay datos, no hay anotaciones en las bases de datos y no se sabe su función. En algunos genomas microbianos, hasta el 30 % de sus genes son hipotéticos, no sabemos nada de ellos: es como la materia oscura del mundo microbiano. Nos podemos estar perdiendo casi un tercio de la película completa, por eso la interpretación de los resultados a veces es muy complicada. Sobre todo en los análisis funcionales del microbioma, en los que estudiamos los genes y sus productos para inducir la función concreta de esa comunidad microbiana. La inmensa diversidad y el potencial bioquímico de la microbiota todavía espera ser descubierto.

Los análisis bioinformáticos y computacionales, que requieren desarrollar complejos modelos matemáticos y estadísticos y nuevos algoritmos para integrar e interpretar la multitud de datos que se generan, siguen siendo un cuello de botella en este tipo de estudios.

Otro problema importante es el de la contaminación ambiental. Se ha demostrado que incluso los reactivos y los kits comerciales que se emplean en técnicas de biología molecular pueden estar contaminados con ADN microbiano, muy difícil de evitar, lo que algunos han denominado con cierto cachondeo el «kitome», el conjunto de ADN microbiano contaminante de los reactivos de un kit comercial. Esto puede generar resultados erróneos cuando trabajamos con muestras en las que la cantidad de ADN sea muy pequeña, por ejemplo. En las publicaciones científicas habría que exigir la explicación de qué controles se han realizado para asegurar que los resultados obtenidos no están influidos por la presencia de ese ADN contaminante.


La microbiota es el conjunto de microorganismos, no solo bacterias, también de las arqueas, los hongos, las levaduras, los virus e incluso los protistas. Y de eso todavía sabemos muy poco, y menos sobre las interacciones entre ellos. Nuestros microbios y nuestro cuerpo forman un ecosistema supercomplejo y de muchos de sus componentes sencillamente no tenemos datos todavía.

Otra crítica que podemos hacer a estos estudios es la falta de un control perfecto, lo que se suele llamar el «gold standard». Es decir, todavía no hay un consenso sobre cuál es la microbiota control ideal y su función en una persona sana normal con la que podamos comparar los resultados de los casos patológicos: ¿cuál es la microbiota "normal" de un niño de 3 años y medio?  Cuando diseñas un experimento sobre el microbioma humano debes tener en cuenta que en el control sano no solo influye si se han tomado antibióticos o no en los últimos meses, la dieta, la edad o el sexo, sino también la familia, e incluso las mascotas con las que conviva esa persona.

Tampoco existen todavía protocolos unificados que faciliten la comparación de resultados de distintos grupos de investigación: desde cómo se toman las muestras y cómo se almacenan hasta qué programa bioinformático se emplea para analizar los resultados. Algunos trabajos publicados son criticables por falta de controles o porque el tamaño de la muestra es pequeño y por tanto son cuestionables desde el punto de vista estadístico.

A nuestras bacterias les influyen una multitud de factores: el estrés que sufrimos, nuestro sexo, nuestra genética, nuestra edad, con quién vivimos, lo que comemos, el ambiente en el que nos movemos. El número de variables es enorme. Pequeñas diferencias influyen mucho. Por eso, interpretar los cambios en la microbiota es complejo: ¿son una consecuencia de la enfermedad o un resultado del estado patológico?, ¿una causa o un efecto? La eterna duda: correlación no es causalidad, que haya cambios en la microbiota que se correlacionen con una determina enfermedad no significa que sean su causa. Por eso, es imprescindible diseñar bien los experimentos, consensuar protocolos de trabajo comunes para poder comparar los resultados de distintos grupos de investigación y, sobre todo, repetir y repetir los experimentos.

A pesar de todo esto, sigo manteniendo que el estudio de la microbiota humana y su relación con la salud son un cambio de paradigma de la medicina personalizada.
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